22 noviembre 2011

Fina

Si se le llama así, sin en el apellido, parecería que nos referimos a una ama de casa. A una de esas mujeres que hacen los sofritos para que los pueblos de mi país tengan, al mediodía y por las tardes, el olor por el que nos reconocemos a nosotros mismos al mediodía y por las tardes.
Pero si decimos Fina García Marruz, entonces estamos nombrando una manera de escribir en cubano, a una forma que tiene el idioma castellano en mi país. Si la llamamos por su nombre y apellido nos referimos a una manera que tiene lo cotidiano de traducirse en la más esencial metáfora.
El XX Premio de Poesía Iberoamericana Reina Sofía le hace justicia a eso. Ojalá que contribuya a difundir mejor la obra de García Marruz por el continente. La demora ya fue suficiente. En verdad Fina merecía ese galardón muchos años atrás y antes que muchos. Como merece también el Cervantes, cuyo jurado ya cometió una distracción en La Habana y cargó con la poeta equivocada.
Una tarde de los años 90, en casa de Fina, se produjo una rotura en una tubería de agua. Cintio Vitier, su esposo, advirtió la inundación y dio la voz de alarma. Si mal no recuerdo, hablábamos de María Zambrano en ese momento. La conversación continuó con los pies en alto, mientras Fina recogía el agua con una frazada.
Yo, que conocí a la ama de casa, cada día redescubro a la poeta. Por eso nunca me separo de sus libros. Sus versos me son tan necesarios como el olor del sofrito que mi madre hace al mediodía y por las tardes. Ambas cosas establecen mi geografía, me mantienen dentro de un espacio del que nunca me atrevo a salir.

4 comentarios:

Mario Crespo dijo...

Qué maravilla, por eso necesito tanto que escribas... el cine te lo va a agradecer aunque pareces, no creerlo. abrazo.

Anónimo dijo...

Fina, felicidades por tan demorado premio

Rigoberto Rodríguez Entenza dijo...

Fogonero, hermano. Fina es una fina forma que tiene el idioma castellano en nuestro país. Te acuerdas de aquellas lecturas de ella, Cintio y Eliseo. Era una mañana, a las diez; esperábamos la entrada de los tres en La Casa del Escritor de Matanzas; siempre recuerdo que cuando se sentaron, Eliseo, con la que fue (es) su voz, dijo "Buenas noches" y quién le iba a contradecir. Hubo una exquisita noche de poesía. Qué lindo fue eso; Camilo, qué grandes los tres, qué grande es Fina.

Anónimo dijo...

Bella foto, bella sonrisa, bella Fina... la conocí también!! Gran mujer!!! Lindo tu homenaje, Camilito hermoso. A ella la ha salvado Dios, como a su esposo... Y nadie más. (Bueno, ahora la salva Cervantes)... (Lemis)
El Premio de Dulce María Loynaz no fue inmerecido: yo se lo hubiera dado por ULTIMOS DIAS DE UNA CASA o por CARTA DE AMOR A TUTANKAMEN. Y hasta por atraer a Lorca, a Jiménez y a Mistral a la Habana... Y por aguantar el horror y el hambre desde su castillo en el Vedado.. etc...